Apareció en prensa el pasado 22 feb. 09, y según se nos definía la cuestión, a consecuencia de la crisis del boom inmobiliario y crack financiero, se detectaba en aquellas poblaciones, de un gran y desequilibrado crecimiento, un gran número de cuadros de ansiedad y sentimiento de desarraigo ante la ausencia de una red de protección social en su entorno. Dicho en bruto, que cuando no hay harina empieza la mohína y la tierra de promisión está muy lejos de casa cuando la fiebre o la veta se acaban. Se refería principalmente a gente foránea desarraigada y sin apoyo familiar en la ciudad, y decía de Oropesa como podía haber dicho cualquier otro lugar de costa pero resulta que para el servicio médico de Castelló es aquí precisamente donde más se percibe un gran número de casos por su abultado impacto debido al desproporcionado empuje, que nos llevó desde los 3.500 a los 11.000 censados en menos de 5 años.
Por una parte la fuerza laboral llegada al calor de la oportunidad del momento, de otro lado más de algún comprador de 2ª residencia, de los que rompiendo lazos anteriores decidió afincarse entre nosotros, son los grupos que comparten el concepto de colectivo foráneo o comunidad flotante sobre el que la ausencia de redes sociales acrecienta distintos cuadros de stress, ansiedad, depresión, nostalgia... y al cargar todas las culpas en la ciudad con frases del tipo “Que esta ciudad no está preparada” es cuando entra en relación ciudad-crisis-cuadro médico psicológico personal.
Puede ser discutible el tema, pero antes de que se hablara de ello, en tiempos de efervescencia económica, ya se podía observar un extraño fenómeno en nuestras calles: Apenas nos conocíamos ninguno y casi nunca se repetían las mismas caras hasta sernos familiares. Nos convertimos en la ciudad donde todos parecíamos ser forasteros y, por supuesto, bromeando alguien de fuera llegó a decirme “ya tenía ganas de conocer a alguien que fuera de aquí”. La vieja Oropesa, que llamaré Orpesa por recordar que mayoritariamente así se auto llamaba popularmente entre sí, al ser antes por pequeña mucho más homogénea lingüista y culturalmente que ahora, también acusó fuertemente el impacto del crecimiento por mucho que ya estuviera acostumbrada a los aluviones del verano.
Se nos quedó pequeño el pueblo, los colegios, el consultorio, el cajero automático y las calles para aparcar o andar. Las grúas y maquinas, zanjas y hormigoneras, compresores y radiales, vallas y montones de ladrillos se adueñaron de aceras y conversaciones al aire libre por el día mientras que los camiones de FOBESA nos remataban por la noche con un estratégico sistema de partir el silencio natural nocturno.
Las colas para todo y en todo y las cartas certificadas (papel amarillo en buzón para recoger en Correos) anunciando PAI,s y expropiaciones, Impuestos y cobros, citaciones y emplazamientos para “asuntos de su interés”(su de ellos, no de nosotros), revisiones de valor catastral y de herencias, rumores de compra y de venta, acoso domiciliar de compradores y buscavidas, timadores de aldeanos a la caza de fincas y solares, barra libre de servidumbres o planes y proyectos sobre tal o cual zona incoados por RENFE, IBERDROLA; Carreteras, Costas, Confederación Hidrográfica Júcar, Acuamed, Patrimonio, ayuntamiento y todo organismo oficial con jurisdicción (salvo el militar y el eclesiástico a Dios gracias) acogotaba en puntilla taurina cualquier intento de querer mantenerse al margen de la fiebre del suelo urbanizable.
Imaginemos ancianos de 60-80 años recibiendo esas cartas o de cualquier otra edad, con poco tiempo y mayor o menor formación escolar para entender de estos temas, empleando horas y dinero en busca de asesores, abogados, peritos, topógrafos o simplemente buscando tiempo libre para atender el asunto en la ventanilla que toque.
Para mayor cuadro de ansiedad recomendamos repasar Boletines oficiales de la Provincia, Tablones de Anuncio municipales y cualquier medio de comunicación usado por la Administración para explicarnos de que se trata; eso, si no queremos recordar el peregrinaje local “al estilo orpesí” de - eso es arriba lo lleva Cristina, -eso es abajo lo lleva…-hay que pedir cita porque no viene más que los jueves…-sube y que te lo enseñen…-baja que allí te lo explicaran. Entre jóvenes y desconocidos funcionarios, desbordados por todo tipo de cuestiones y solicitantes, en esta nueva Oropesa de repente me pareció como si la vieja Orpesa pasará a ser algo así como la población ibera en una ciudad romana: O sea, El sustrato destinado a desaparecer absorbido entre romanos y los nuevos hispano- romanos sacados de entre ellos mismos.
Para mayor cuadro de ansiedad recomendamos repasar Boletines oficiales de la Provincia, Tablones de Anuncio municipales y cualquier medio de comunicación usado por la Administración para explicarnos de que se trata; eso, si no queremos recordar el peregrinaje local “al estilo orpesí” de - eso es arriba lo lleva Cristina, -eso es abajo lo lleva…-hay que pedir cita porque no viene más que los jueves…-sube y que te lo enseñen…-baja que allí te lo explicaran. Entre jóvenes y desconocidos funcionarios, desbordados por todo tipo de cuestiones y solicitantes, en esta nueva Oropesa de repente me pareció como si la vieja Orpesa pasará a ser algo así como la población ibera en una ciudad romana: O sea, El sustrato destinado a desaparecer absorbido entre romanos y los nuevos hispano- romanos sacados de entre ellos mismos.
En estos años la vieja sociedad civil orpesina ha desaparecido dejándonos sin referente ni arraigo sustentado en algo que se pueda considerar red social o comunidad humana, fuera de la propia familia de cada cual. Ciertamente que ya apenas se apreciaba poco más que en las pocas fiestas de guardar y hasta la fiesta de la Virgen se nos mutó en fiestas de Octubre o de descanso del “agotador” verano pero el declive llegó cuando toda intervención pública municipal se hacía pensando solo en visitantes y turistas, primero, e inversores, después.
Difícil, por no decir Imposible, resulta el sostenerse y mantener tradicionales modos y medios de ganarse la vida fuera del entramado turístico-inmobiliario y si no se renueva y vitaliza la sociedad civil orpesina seguirá el mismo camino del síndrome citado, aunque nunca se llamará de ninguna forma pues su número nunca será relevante dentro del gran paquete de casos que ha llamado la atención del periodista y de los médicos que la definen.